sábado, 10 de abril de 2010

Dos meses, dos espinas.



Ahora, cada día me dispongo a dibujar los trazos de mi futuro, este lápiz con el que escribo está desgastado de tanto sacarle punta, se resbala en ocasiones de mi mano, se escapa. Mis trazos por suerte son seguros, líneas rectas, líneas contorneadas, decididas a ser pronto un boceto para que él sea mi punto de partida.

Mis manos reflejan las horas que mi dibujo requiere, mi cabeza maquina ideas, mi cuerpo se agota, mi lapiz se vuelve a escapar. Pero aun así retomo la tarea.


No pensaré en terminar, pensaré en caminar con él.


Pienso, y no puedo evitarlo. Lo veo todo tan cerca y a la vez tan lejano, extiendo mi mano, allí está esperando a que llegue sin descanso, allí está esperando a que llegue el verano.

Creo que nunca antes lo he deseado tanto.






Mi querido invierno, no tengas celos, te sigo queriendo.



1 comentario:

A.sd dijo...

Paso firme, definición, avanzando a cada paso que des y dejando huellas bien marcadas.
Camina, termina y vuelve a tener frente a ti un lienzo en blanco en el que plasmar más muchas más cosas.
No hay limites, no hay un final, siempre tendrás un horizonte mas lejano que descubrir.