
Siempre se ha dicho que cada persona es un mundo, y yo, así lo creo. Hoy me quiero detener en cómo se pueden expresar ciertos sentimientos.
Nos podemos encontrar miles de situaciones e infinitas formas de expresar lo que sentimos, pero, qué es sentir, qué es un sentimiento, no es necesario en estos casos tener un buen diccionario a mano, quien por poco haya vivido sabría plasmarlo.
Sentir es
percibir en ti todo tipo de emociones y afectos, sentir es
despertarte de una pesadilla, es
ver un amanecer,
sentir es coger el timón del barco. Y siguiendo por esta línea los sentimientos es el viento que crea olas tanto a favor como a contracorriente.
Llegados a este punto cada persona tiene su manera de coger ese timón del barco, tiene su forma de enfrentarse al mar, de enfrentarse a lo desconocido, porque tus ojos no te dejan ver mucho más allá, ahí es cuando empezamos la aventura,
la aventura de sentir.
Las palabras, colocadas en perfecta armonía, tal como Mozart en sus sinfonías, pueden decirnos mucho o nada, también influye quién es el emisor, pero a eso no quiero ir, si no al poder de un suspiro, al poder de un te quiero dejado caer, a un te amo sin más dilatación, a un te extraño con ojos empapados, son palabras que llegan y hacen que tengamos que echar el ancla para coger los prismáticos y ver si el viento sopla a nuestro favor.
Una sonrisa cálida y sencilla (mi preferida) he de confesar que me encantan las sonrisas, aparte de ejercitar muchos músculos parece como si todo tu cuerpo fuera una enorme sonrisa, porque de verdad lo sientes.
Caricias robadas, besos furtivos, abrazos efusivos, miradas cómplices de un amor escondido, latidos de un corazón fundidos en la pasión, desenfreno, cierra los ojos, siente el viento, siente la marea como tambalea tu barco, no lo pienses más, y échate a la mar.
Meissa y sus quebraderos de cabeza.