Suspiros de medianoche

La eternidad se me escapa entre los dedos mientras te deslizas por la pendiente de mi cuerpo.

Vivir en la ignorancia.

Me encantaría vivir en la ignorancia, para que así este corazón herido de guerra mediante lanzas no caiga en un nuevo combate.

Me encantaría ser por momentos ciega, cubrir mi rostro con un velo que espante a todo mal, cubrir mi rostro para no ver cual es el más allá.

Me encantaría ser sorda, para que palabras hirientes no colisionen con mi inocencia, para que esas palabras que son cortantes como el filo de un cuchillo y ácidas como el jugo de un limón penetren hasta mis entrañas.

Me encantaría por instantes ahogarme en mi propio ser, aislarme de lo que gira en mi entorno, vivir en mi.

Me encantaría ser tortuga, para cuando aviste el peligro, mi caparazón me proteja de cualquier despiste.

Me encantaría dormir eternamente junto a la ignorancia y así...poder sonreir más amenudo.


P.D.: El mundo está lleno de incompetentes, de masas andantes con carne y hueso, de seres que ni la caracteristica de humano se merecen, señores, el mundo se desploma y yo...caigo con él.

Carta sin despedida

Huir nunca fue la solución perfecta,
caminar en dirección opuesta
nos debilita y nos corrompe

El hilo se tensa, y parecemos equilibristas.
De ser así, la función comenzó,
pues en mi función no hay telón que exista,
yo no seré la que ponga fin.

Caricias frias del norte que me llegan cálidas,
besos empaquetados frágiles y con suspiros
que recogo cada día en tus ojos.

Palabras desconocidas que me dan cobijo,
miradas sin retinas,
sonrisas sin boca,
abrazos sin brazos,
pero yo... los siento.

Queramos o no, somos complices,
felinos que tratan de crear su mundo
almas gemelas inseparables,
que gritan por la libertad.

Palabras escondidas, versos con dobles sentidos
somos complices, somos amigos, somos almas con un mismo destino.

Tu marea crea un vaivén,
mi calor me agobia
tan distintos, norte y sur.


Promesas que dejé en tu aire
incapaces de evaporarse,
promesas que grabé en el cielo
para que cuando vengas a verme
el olvido no se apodere de ti.

Siempre estaré ahí, Meissa.



Va para ti, Josecb, va para mi Pepín.
Porque no tengo nada que esconder. Porque su corazón no le coge en el pecho.
Va por ti.

Alzo sonrisas al viento.

Ojeras maquilladas,
cansancio sobre los hombros,
escaleras de caracol y pisar el mundo
con tu memoria fotográfica entre mis dedos.

Un fresco que abriga mi piel,
un olor que llama a mi apetito,
y tú, alma que persigue a mis pies.

Caminar sin tener respuesta,
ver con la ignorancia por delante
sonreír, sin motivo, sin temor,
sonreír porque te tengo aquí.

Pasan los días, horas y minutos
y te siento tan cerca como el primer día.
No hay montaña que me impida verte,
no hay marea que me impida navegar
hasta el flujo de tu corazón,
no hay viento que me impida
alzar mi cometa al cielo
para decirte: “Amore, estoy aquí”

Tengo mil y una ganas de volver a verla...

Las imágenes lo dicen todo, ¿no?

Césped húmedo.

Algodones que rozan mi piel,
seda que cubre mi mente,
destellos llenos de recuerdos,
son ellos quienes me hablan de ti.

Palabras robadas entre suspiros escondidos,
incertidumbre que crea el suspense
en los ojos del capitán que navega
con rumbo a lo desconocido.

Minutos que no tienen valor,
segundos que son la gloria
para este corazón que intenta
sobrevivir de la mejor forma.

No hay perfección en mi mundo,
pero tu presencia y tu calor
serían mi antídoto perfecto
para subsanar las huellas que aquí dejaste en mí